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Mitos sobre la terapia psicológica.

Mitos sobre la terapia: verdades basadas en la evidencia científica

En los últimos años hablar de salud mental se ha normalizado mucho, y a pesar de que cada vez más personas acuden a terapia, todavía persisten ideas que dan lugar a muchos mitos y malentendidos sobre lo que es realmente la terapia psicología. Por ello, queremos romper y aclarar estas ideas que siguen generando miedo, vergüenza o expectativas poco realistas para conseguir reflejar lo que realmente es el proceso terapéutico.

 

Mito 1: Ir a terapia es únicamente para gente “loca” o con problemas realmente graves.

La terapia es una intervención eficaz y recomendada para una amplia variedad de dificultades emocionales, conductuales y de adaptación, pero no exclusivamente para trastornos psiquiátricos graves. La evidencia muestra que la terapia beneficia a personas con ansiedad, depresión, duelos, problemas relaciones, estrés laboral… y otros desafíos cotidianos además de trastornos severos como la psicosis o la ideación suicida, lo que señala su utilidad dentro de un espectro amplio de necesidades de salud mental. Asimismo, la terapia no se tiene que considerar un recurso de “ultimo recurso”, sino una forma de cuidado preventivo que promueve a su vez el bienestar y el crecimiento personal, por lo que no está limitada solo a patologías (Harrer et al., 2025; Singla et al., 2023).

Por lo tanto, la afirmación de que la terapia es solo para personas «locas» carece de fundamento científico y perpetúa el estigma, dificultando el acceso a intervenciones que pueden mejorar la calidad de vida de cualquier individuo que enfrente dificultades emocionales o busque desarrollo personal (Singla et al., 2023).

 

Mito 2: “El psicólogo te dirá lo que tienes que hacer.”

La práctica clínica actual se fundamenta en una relación terapéutica colaborativa y no directiva, es decir, la terapia no busca dirigir la vida del paciente, sino empoderarla. En este proceso el psicólogo facilita el autoconocimiento, la reflexión y el desarrollo de habilidades manteniendo la agencia y responsabilidad propia del paciente sobre sus decisiones y cambios.
Por ello, la intervención psicológica moderna se orienta a fortalecer la autonomía y el protagonismo del paciente en el proceso de cambio, desmintiendo la idea de que el psicólogo actúa con soluciones unilaterales (Etelämäki et al., 2021; Nayla et al., 2021).

 

Mito 3: “La terapia es interminable.”

La evidencia científica muestra que la duración de la psicoterapia varía según las necesidades individuales, la gravedad del problema, la presencia de comorbilidades y los objetivos terapéuticos, pero la mayoría de los tratamientos tienen una duración limitada (Labrador et al., 2011).
Algunas personas eligen procesos largos porque les resulta útil, sin embargo, otras muchas prefieren intervenciones breves y focalizadas en objetivos específicos. Aun así, la duración se ajusta dinámicamente: los pacientes con menor gravedad suelen requerir menos sesiones y muestran cambios más rápidos, mientras que los casos severos pueden beneficiarse de tratamientos más extensos, con mejoras graduales y sostenidas.
Pero en sí, la psicoterapia no es interminable, su duración se determina de manera individualizada y basada en la evolución clínica y los objetivos acordados entre paciente y terapeuta, tal como respalda la literatura actual (Labrador et al., 2011; Stiles et al., 2015).

 

Mito 4: “La terapia psicológica sólo funciona si el paciente cuenta absolutamente todo”.

Esta idea se refuta con la evidencia científica que señala que la eficacia de la psicoterapia depende principalmente de factores como la calidad de la relación terapéutica, la alianza de trabajo, la motivación, las expectativas positivas y la adaptación del tratamiento a las características individuales del paciente, más que de la revelación exhaustiva de información personal.
La terapia es un proceso flexible y adaptativo, donde el ritmo y la profundidad de la revelación se ajustan a las necesidades y preferencias del paciente, sin que la “confesión total” sea un requisito para el cambio clínico efectivo. Además, la literatura muestra que los pacientes pueden beneficiarse de la terapia aun cuando no compartan todos los detalles de su vida, siempre que exista una base de confianza y se aborden los temas relevantes para sus objetivos terapéuticos (Nayla et al., 2021).

 

Mito 5: “Tener emociones intensas durante la terapia psicológica significa que el proceso terapéutico va mal”

Este mito se refuta con evidencia robusta que indica que la expresión y procesamiento de emociones intensas en sesión es un mecanismo central de cambio y está asociado a mejores resultados terapéuticos. La literatura muestra que experimentar emociones intensas, como tristeza, miedo o rabia, facilita la reorganización de percepciones emocionales mal adaptativas y promueve la diferenciación entre los desencadenantes externos y las respuestas afectivas, lo que incrementa la capacidad de regulación emocional y adaptación (Pascual-Leone, 2018).
Además, los estudios demuestran que la vivencia de emociones intensas en terapia suele preceder momentos de claridad, autocompasión y alivio, considerados microprocesos de cambio relevantes para la mejoría clínica, por lo que la presencia de turbulencia emocional o “destabilización” durante el proceso terapéutico se asocia con mayor sensibilidad al cambio y mejores resultados en pacientes con trastornos del estado de ánimo (Olthof et al., 2020).

Por lo tanto, la aparición de emociones intensas en terapia no es señal de que el proceso va mal, sino que puede indicar que el paciente está involucrado activamente en el trabajo emocional necesario para el cambio terapéutico.

En conclusión, desmontar los mitos sobre la terapia es fundamental para reducir el estigma y fomentar que más personas pidan ayuda cuando lo necesiten. Por ello, la terapia no es un signo de debilidad, sino un acto de valentía y una herramienta de crecimiento, cuidado y bienestar.

 

Autor: Ángela Higes Tejeda.

 

REFERENCIAS

Etelämäki, M., Voutilainen, L., & Weiste, E. (2021). Distributing agency and experience in therapeutic interaction: Person references in therapists’ responses to complaints. Frontiers in Psychology, 12, 585321. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2021.585321

Harrer, M., Miguel, C., van Ballegooijen, W., Ciharova, M., Plessen, C. Y., Kuper, P., Sprenger, A. A., Buntrock, C., Papola, D., Cristea, I. A., de Ponti, N., Bašić, Đ., Pauley, D., Driessen, E., Quero, S., Grimaldos, J., Buendía, S. F., Botella, C., Hamblen, J. L., … Cuijpers, P. (2025). Effectiveness of psychotherapy: Synthesis of a “meta-analytic research domain” across world regions and 12 mental health problems. Psychological Bulletin, 151(5), 600–667. https://doi.org/10.1037/bul0000465

Labrador, F. J., de Quirós, M. B., & Estupiñá, F. J. (2011). Why are psychological treatments prolonged? Predictors of a longer duration of treatment and analysis of the differences between long- and short-term cases. Psicothema, 23(4), 573–579.

Nayla R. Hamdi, Michael J. Cutler, Steven D. Hollon, et al. (2021). APA guidelines in evidence-based psychological practice in health care.

Olthof, M., Hasselman, F., Strunk, G., Aas, B., Schiepek, G., & Lichtwarck-Aschoff, A. (2020). Destabilization in self-ratings of the psychotherapeutic process is associated with better treatment outcome in patients with mood disorders. Psychotherapy Research: Journal of the Society for Psychotherapy Research, 30(4), 520–531. https://doi.org/10.1080/10503307.2019.1633484

Pascual-Leone, A. (2018). How clients “change emotion with emotion”: A programme of research on emotional processing. Psychotherapy Research: Journal of the Society for Psychotherapy Research, 28(2), 165–182. https://doi.org/10.1080/10503307.2017.1349350

Singla, D. R., Schleider, J. L., & Patel, V. (2023). Democratizing access to psychological therapies: Innovations and the role of psychologists. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 91(11), 623–625. https://doi.org/10.1037/ccp0000850

Stiles, W. B., Barkham, M., & Wheeler, S. (2015). Duration of psychological therapy: relation to recovery and improvement rates in UK routine practice. [corrected]. The British Journal of Psychiatry: The Journal of Mental Science, 207(2), 115–122. https://doi.org/10.1192/bjp.bp.114.145565

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