DEPENDENCIA EMOCIONAL

La dependencia emocional se refiere a la predominante necesidad de estar con alguien y saciarse, sin que importe la conducta desadaptativa que pueda producirse. Es por lo tanto, una creencia errónea de lo que es el amor y que pone en marcha emociones, motivaciones, comportamientos y pensamientos desadaptativos para conseguir autosatisfacción, pero que la persona no lo detecta como un problema.

Los orígenes pueden aparecer en la niñez al no sentirse querido y arropado por las  figuras más significativas y puede ser reforzado a lo largo de los años. Puede percibirse que estas personas tienen pánico a la soledad, desesperación o enfado, con una constante necesidad de cercanía y de complacer a otras personas, con el objetivo de ser amados, aceptados o protegidos. Tienen dificultades para expresar desacuerdo, sobre todo de aquellos de los que dependen, por ello tratan de satisfacerlos y así evitar el abandono, permitiendo incluso el maltrato físico o emocional con tal de no ser abandonados. Se sienten tan incapaces de hacer las cosas solos, que pueden estar de acuerdo en asuntos que creen estar mal, no mostrando enfado o discrepancia. Ello genera relaciones de desequilibrio y se sienten incómodas o indefensas cuando se encuentran solas, puesto que creen no ser capaces de cuidar de sí mismos.

Cuando finalizan una relación, buscan urgentemente otra nueva relación que les proporcione el apoyo y atención que necesitan.

La persona dependiente carece de habilidades sociales, amor propio, autoestima baja e inseguridad. Esta tendencia está relacionada con personas predispuestas a la insatisfacción hacia las relaciones sociales, quizá por no gozar de una relación intrapersonal saludable. Son personas pasivas y permiten que otros tomen la iniciativa, mostrando enormes dificultades para iniciar proyectos o hacer las cosas de manera independientes, sin antes haber recibido los consejos y la aprobación de su actuación. Sin embargo, funcionan adecuadamente si tienen la garantía de que hay una persona que les supervisa y les da el visto bueno. Pueden tener miedo de ser competentes, porque creen que ello les puede conducir a ser abandonados. Ellos se encuentran cómodos bajo esa dependencia externa, por lo que nunca desarrollan habilidades para tener una vida plenamente autónoma, convirtiendo la situación en un bucle del que no consigue liberarse.

Desde la infancia, el papel de los educadores y personas de referencia juega un papel fundamental en el proceso de formación, no solo en el plano cognitivo o disciplinar, sino también en el personal y social, mediante la formación permanente del autoconcepto y el amor propio.

De esta manera, se logra mejorar la expresión física y verbal de lo que están pensando, perciben mejor el comportamiento propio y del resto y establecen relaciones personales más saludables. La sociedad demanda seres humanos con conocimientos, actitudes, valores y habilidades para que sean capaces de resolver asertivamente los problemas cotidianos a los que se enfrenten. También se necesita un desarrollo de las competencias emocionales, para contar un mejor conocimiento propio, autoestima y autocontrol que les permita empatizar con las personas de su entorno y con el medio en el que viven. Desde un punto de vista terapéutico, se deben tratar las dimensiones biológica, psicodinámica, interpersonal, afectiva, cognitiva y conductual.

Referencias bibliográficas:

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Autor: Jesús, alumno de Psytel.