La cirugía estética y la imagen corporal: más allá de lo que vemos

La cirugía estética se centra en mejorar, restaurar o mantener la apariencia física de las personas, permitiendo cambios en casi cualquier parte del cuerpo. Aunque en un principio estas intervenciones se utilizaban principalmente para corregir defectos congénitos, con el tiempo han evolucionado para enfocarse más en aspectos estéticos, como resaltar la belleza o combatir los signos del envejecimiento. Esto refleja cómo, en la actualidad, la sociedad da cada vez más importancia a la apariencia física.

Según la Sociedad Americana de Cirugía Plástica Estética, en 2020 se realizaron 15,6 millones de tratamientos estéticos en Estados Unidos. En 2021 los procedimientos quirúrgicos aumentaron un 54% y los no quirúrgicos un 44%. La liposucción y el bótox fueron los tratamientos más comunes, especialmente entre mujeres de 36 a 50 años. Aunque el auge de las cirugías plásticas tras la pandemia parece haberse estabilizado, la demanda de retoques estéticos sigue siendo bastante alta. Este interés por la estética destaca la relevancia de los psicólogos en abordar problemas de imagen corporal y detectar grupos de riesgo.

La insatisfacción con la imagen corporal es el principal motivo que lleva a las personas a optar por un procedimiento estético. Una imagen corporal negativa puede afectar a personas de cualquier edad, género o entorno, lo que hace que muchas vean en la cirugía estética una posible «solución» a sus preocupaciones. Sobre todo ahora debido a la popularización y fácil acceso a esta.

Uno de los problemas de salud mental más relacionados con la imagen corporal es el Trastorno Dismórfico Corporal (TDC). Este trastorno se caracteriza por una preocupación constante por un supuesto «defecto» en la apariencia física, que a menudo es inexistente o tan mínimo que carece de relevancia. Sin embargo, para quien lo padece, ese detalle se convierte en una obsesión que afecta su vida diaria y les lleva a dedicar una gran cantidad de tiempo, dinero y esfuerzo a intentar corregir o disimular dicho «defecto». Como resultado, es común que busquen la ayuda de un dermatólogo o cirujano plástico en lugar de acudir inicialmente a un profesional de la salud mental.

Aunque pueda parecer que las cirugías estéticas solucionen los defectos que una persona percibe en sí misma, la realidad es mucho más compleja. Cuando una persona se somete a una operación o retoque estético, en la mayoría de los casos, las personas no suelen notar mejoras significativas e incluso sus síntomas pueden empeorar.

Actualmente, organizaciones como Australian Health Practitioner Regulation Agency (AHPRA) recomiendan que se realicen evaluaciones psicológicas antes de someterse a  operaciones estéticas para detectar posibles problemas psicológicos.

A pesar de las medidas que parecen estar implementándose para proteger a quienes enfrentan problemas de salud mental, no podemos ignorar la presión estética a la que todas las personas estamos expuestas diariamente. Quizás el foco debería estar en transformar las ideas y creencias sobre la importancia de la imagen corporal, en lugar de centrarse únicamente en modificarla.

Autora: Irene Estrella Gil-Nagel, alumna de Psytel

Referencias bibliográficas:

American Psychological Association [APA]. (2014). Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5).

American Society of Plastic Surgeons. (2024, 25 junio). Plastic Surgery Sees Steady Growth Amidst Economic Uncertainty, American Society of Plastic Surgeons 2023 Procedural Statistics Report Finds. American Society Of Plastic Surgeons. https://www.plasticsurgery.org/news/press-releases/plastic-surgery-sees-steady-growth-amidst-economic-uncertainty-american-society-of-plastic-surgeons-2023-procedural-statistics-report-finds