04 Dic La autoestima
La autoestima es una mezcla de percepciones, pensamientos, valoraciones, sentimientos y comportamientos sobre uno mismo. Dicho de otro modo es una autoevaluación, basada en una valoración de los propios pensamientos, habilidades y cualidades. Se trata de que la persona sea capaz de reconocer el valor y la capacidad personal.
En relación con las emociones, la autoestima se define como las consecuencias emocionales que se producen cuando aceptamos y nos agrada nuestro autoconcepto. Es una forma positiva de pensar y de motivación para experimentar la vida de forma saludable.
En resumen, la autoestima es esencial para la salud mental porque afecta la forma en que enfrentamos los desafíos y nos relacionamos con los demás.
¿Por qué algunos de nosotros tenemos una muy buena autoestima y otros la tenemos nefasta?
Esta pregunta nos lleva a otra: ¿Cómo se construye la autoestima?
El reconocido psicólogo Nathaniel Branden explica que la autoestima se construye a partir de dos pilares principales:
- Sentirnos capaces. Se traduce en superar con éxito las dificultades y los cambios con los que la vida nos vaya sorprendiendo y en ser capaces de seguir adelante a pesar de ellos. Asimismo en conseguir los objetivos, deseos y retos que nos vayamos marcando.
- Sentir que merecemos lo que queremos. Que merecemos que nos pasen cosas buenas, que somos dignos, que tenemos unas necesidades y es correcto expresarlas, que tenemos derecho a mostrarnos tal y como somos.
La autoestima no es algo con lo que se nace. Se construye y determina a través del desarrollo mediante la influencia de personas importantes en su familia, escuela y entorno social, y es el resultado de experiencias de éxito y fracaso.
Es una maravillosa noticia porque nos permite ver que independientemente de nuestro nivel de autoestima, siempre estamos a tiempo para aumentarlo y sentirnos mejor.
¿Cómo superar la percepción negativa y subestimación de uno mismo que afecta significativamente la calidad de vida y las relaciones personales?
En primer lugar elegir vivir conscientemente: porque cuanto más conscientes vivimos, más confiaremos en nuestra mente y más respetaremos nuestro valor.
Segundo: Aprender a aceptarse: aceptar no significa gustar por lo tanto sean cuales sean nuestros defectos e imperfecciones o sentimientos, reconócenoslos y aceptémoslos.
En tercer lugar, liberarse de la culpa: aun sintiendo remordimientos por hechos en el pasado no autocondenarnos, permitirnos el autoperdón y tomar la decisión de actuar mejor en el futuro.
Cuarto, integrar el sí-mismo más joven: reconocer, aceptar, perdonar e integrar al niño o adolescente que fuimos una vez puede ser una maravillosa fuente de enriquecimiento personal.
5) Vivir de modo responsable: no esperar que otros hagan realidad nuestros deseos y afrontar la responsabilidad de su propia existencia.
Y por último, vivir de un modo auténtico: no vivir en la mentira y en el autoengaño, no fingir y no falsear la realidad. Elegir la coherencia entre sí mismo interior y el sí mismo que mostramos al mundo exterior, vivir la vida con honestidad son grandes retos en el mundo contemporáneo.