La comunicación asertividad y poner limites

La comunicación asertividad y poner limites

Los seres humanos somos animales sociales; nos relacionamos y nos  comunicamos con otras personas constantemente. Nos comunicamos incluso  cuando no queremos comunicarnos. Guardar un silencio también envía un  mensaje. Comunicarse no es sinónimo de hablar, nuestro lenguaje no verbal, por  ejemplo, también comunica. Aprendemos a comunicarnos en función de cómo se  comunican las personas de nuestro entorno. ¿Cómo se comunicaban nuestros  padres con nosotros? ¿Cómo se comunicaban entre ellos? ¿Y con otros? ¿Qué  patrones hemos visto en la infancia? Aprendemos por imitación y también en  función de cómo se nos refuerce al hacerlo.  

Pongamos un ejemplo ficticio: Durante su infancia, Ana ha recibido  mensajes del tipo: “¡Qué buena niña! ¡Qué educada! Nunca contesta, nunca  rechista, todo le parece bien. Nunca da problemas.” Para Ana, este tipo de  mensajes no solo han influido en la manera en la que se comunica hoy, forman  también parte de su autoconcepto, de su identidad. En su entorno, se ha reforzado  positivamente un estilo de comunicación pasivo, que será el estilo de  comunicación que abordaremos en este artículo, aunque también existen otros, como el estilo de comunicación agresiva.  

Pongamos tres ejemplos en los que Ana se comunica de manera pasiva: – Ana ha salido con sus amigas y hablan de algo de lo que ella no está de  acuerdo. Defienden una idea que va en contra de sus valores, sus creencias,  pero no dice nada, tiene miedo a generar un conflicto y prefiere “quedar  bien” con ellas.  

– Ana comparte piso con otros dos amigos. Uno de ellos se acaba de mudar y  no cumple regularmente con su parte de limpieza del hogar. Ana se calla, no  quiere causar problemas ni parecer egoísta. Sabe que su compañero está  muy estresado y le sabe mal. Se calla y aguanta. Se siente mal consigo  misma por no gestionar esta situación. Siente que no es capaz. Lo ha  intentado alguna vez, pero termina por no hacerlo.  

– Ana está pasando por una situación familiar algo complicada y le gustaría  sentir más apoyo por parte de su pareja. Le gustaría fuera más cariñosa con  ella, quizás desearía que fuese más detallista o que le dijese más “te quiero”  o “todo va a salir bien”. En definitiva, quiere sentir que está ahí para ella, pero  su pareja está muy ocupada. Ana piensa que su pareja ya tiene sus propios  problemas y no quiere molestar ni parecer que está siendo demasiado  demandante o necesitada.  

Si te sientes identificado/a con Ana, no te preocupes. Es más común de lo que  piensas y se puede trabajar en ello. Más adelante te explicaré las razones por las  que es importante que dediques un poco de tu esfuerzo en aprender a comunicarte  de manera asertiva. Pero antes… ¿qué es la comunicación asertiva? 

 

 

La comunicación asertiva es un estilo de comunicación que implica de expresar  de manera clara, directa y respetuosa lo que pensamos, queremos o necesitamos sin dejar de atender a lo que la otra persona piense, siente o necesite. Se trata de  buscar un equilibrio entre ser honesto acerca de nuestras propies ideas sin dejar de  respetar la perspectiva y los derechos de los demás. Comunicarse de manera  asertiva implica abordar de manera eficaz y respetuosa para ambas partes aquellas  conversaciones incómodas que son necesarias y que nos ayudan avanzar.  

Vamos a analizar los tres ejemplos anteriores:  

Cuando Ana sale con sus amigas y decide callarse, no se da importancia a sí  misma, a sus valores, no está siendo honesta consigo misma. Es importante  entender que expresar nuestra opinión no es ser maleducado/a, es respetarnos a  nosotros mismos. Esto nos puede costar al principio, implica desaprender  creencias que pueden estar muy arraigadas. Paciencia. Es psicología llamamos a  este proceso reestructuración cognitiva. Te invito a que te pares a pensar qué  creencias te limitan a la hora de comunicarte de manera asertiva.  

Con su compañero de piso Ana se calla y aguanta. Esto genera un conflicto  consigo misma al no ser capaz de marcar ese límite. Le afecta incluso a su  autoestima de forma directa, al no verse capaz. En muchos casos, no abordar esta  situación desde el principio hace que con el paso del tiempo se acabe resolviendo  de manera explosiva o incluso faltando al respeto, lo que no es justo para la otra  parte. Es importante intentar marcar límites desde el inicio, en cuento vemos que  es necesario. Háblalo ahora, será más fácil.  

¿Cómo podríamos abordar el tema de la pareja de la pareja de Ana? En  pareja, la comunicación asertiva es un pilar fundamental. Es la herramienta que nos  permite transformar conflictos en oportunidades para crecer y en favor de la  intimidad entre ambos. Este puede ser un ejemplo claro de como la comunicación  asertiva no significa imponer, sino buscar un punto óptimo y justo para ambas  partes. Ana sabe que su pareja está muy ocupada con sus propios problemas, por  lo que es hora de sentarse a hablar y expresar nuestras necesidades sin dejar de  escuchar al otro. Esta es la máxima de la comunicación asertiva: ambas partes  somos igualmente merecedores de respeto. Se trata de darnos nuestro lugar a  ambos. Ana no debe olvidar que su pareja está muy ocupada y puede que ella  también necesite su apoyo. Este ejemplo también nos sirve para ilustrar otro miedo  muy frecuente, que es el miedo a mostrarnos vulnerables. Sin embargo, mostrarnos  vulnerables, según en qué circunstancias, ayuda a que la otra persona esté más  dispuesta a escucharnos y a empatizar con nosotros.  

También, es fundamental que Ana sepa lo que quiere para comunicarlo después de  manera clara. Muchas veces, el principal freno a la hora de comunicarnos es el no  saber muy bien qué es lo que queremos. En este ejemplo en concreto está más o  menos claro, pero en otras ocasiones no damos el paso por evitar ese trabajo previo  de introspección. Evitamos pararnos a pensar realmente hasta donde estamos  dispuestos a llegar y hasta donde no, a pensar en qué es lo que queremos 

 

 

realmente. Si Ana para a reflexionar sobre qué es lo que quiere, incluso si es posible  que piense ejemplos concretos de lo que le gustaría de su pareja, será mucho más  fácil.  

Y bien, ¿de qué manera puedo aplicar esto en mi día a día? Algunas  recomendaciones son:  

La técnica del sándwich. Probablemente ya hayas oído hablar de ella, si no  es así, te la explico, es muy sencilla. Comenzamos diciendo algo positivo,  después expresamos nuestras necesidades, opiniones… y cerramos con  otro mensaje positivo o un agradecimiento. Por ejemplo: “Sé que estás  ocupado y que lo estás haciendo lo mejor que puedes, pero el hecho de que  no limpies tu parte está creando mucho desorden en casa y me afecta. Yo te  agradecería mucho si pudieses dedicar un poco más de tu tiempo a  contribuir con la limpieza de la casa. Así todo será mucho más organizado y  todos estaremos más a gusto”.  

Enviar “mensajes yo” en lugar de “mensajes tú”. En lugar de enviar  mensajes del tipo: “Por tu culpa…” “Es que tú siempre…” “Es que tú nunca…”,  trataremos de mandar mensajes del tipo “Yo siento que…” “Yo necesito…”  “Yo pienso”. Este tipo de mensajes denotan mucha seguridad en uno mismo  y la otra persona no se siente tan atacada. Si la otra persona se siente  atacada va a tender a defenderse, no a reflexionar y se entra en un bucle de  enfado en el que se quiere “ganar la discusión”, no llegar a ningún acuerdo. 

La pregunta asertiva. Se trata de lanzar preguntas del tipo: ¿Qué puedo  hacer yo para mejorar? ¿Qué podemos hacer para mejorar esto? Se trata de  tener una mirada más abierta en la que tenemos en cuenta también cómo  nos ve la otra parte.  

No dar por hecho lo que piensa el otro, siempre preguntar.  – Si no es el momento, no se va a resolver nada. A veces es mejor posponer  la conversación hasta que ambas partes estén calmadas.  

Cuidar la comunicación no verbal y los detalles. No podemos pretender  comunicarnos de manera asertiva teniendo un lenguaje no verbal agresivo,  mostrándonos tensos, nerviosos o enfadados. En estas situaciones es  recomendable practicar nuestro argumento delante del espejo,  escribiéndolo o con otra persona. Así ganaremos seguridad y podremos  hablar desde la calma. Además, cuando discutimos con alguien al que  queremos mucho, como puede ser nuestra pareja, no debemos de perder de  vista que, por mucho que haya habido un conflicto, seguimos queriendo a la  otra persona. Una muestra de cariño mientras se discute como poner la  mano sobre la pierna del otro, preguntar si está bien. Por ejemplo, un simple:  ¿Voy a la cocina a por agua, quieres un vaso? Estos gestos pueden marcar la  diferencia. Esto no significa que dejemos de ser firmes en nuestro  argumento, pero no tenemos por qué perder el afecto por la otra persona al  expresarnos.  

¿Qué hacemos cuando la otra persona no está dispuesta a escuchar o son  situaciones algo más complicadas? 

 

Marcar límites de manera más conductual. A veces no nos queda más  opción que ser más firmes con nuestros límites, marcarlos de manera más  conductual, con actos. Puede ser beneficioso reafirmar nuestro mensaje  acompañándolo de un lenguaje no verbal congruente. También podríamos  beneficiarnos de bajar la comunicación con la otra persona, dejar aire o  incluso saber irnos a tiempo.  

Observar desde fuera de manera objetiva. Podemos intentar mirar la  situación dese fuera. ¿Qué pasaría si fuesen dos amigos míos? ¿Qué les  diría? Si es muy complejo se puede buscar la ayuda de una tercera persona  que consiga ser neutral. Un terapeuta también puede ayudar a darnos esa  mirada.  

Por último, estas son algunas de las ventajas que nos aporta la comunicación  asertiva y el saber poner límites:  

– Mejora la autoestima  

– Nos da brinda una oportunidad de crecimiento y autoconocimiento  – Aumenta el respeto hacia nosotros mismos/as  

– Nos permite vincularnos de manera más sana  

Si has llegado hasta aquí, enhorabuena, has dado el primer paso. Quiero que  sepas que si te has reconocido en alguna de estas situaciones puedes trabajar en  ello. Te animo a que reflexiones sobre estas cuestiones y busques más información.  Si leyendo este artículo has pensado en algún amigo/a o familiar que te recuerda un  poco a Ana, compártelo, quizás le ayude.  

Yolanda Gil Guisado