08 Mar La comunicación asertividad y poner limites
Los seres humanos somos animales sociales; nos relacionamos y nos comunicamos con otras personas constantemente. Nos comunicamos incluso cuando no queremos comunicarnos. Guardar un silencio también envía un mensaje. Comunicarse no es sinónimo de hablar, nuestro lenguaje no verbal, por ejemplo, también comunica. Aprendemos a comunicarnos en función de cómo se comunican las personas de nuestro entorno. ¿Cómo se comunicaban nuestros padres con nosotros? ¿Cómo se comunicaban entre ellos? ¿Y con otros? ¿Qué patrones hemos visto en la infancia? Aprendemos por imitación y también en función de cómo se nos refuerce al hacerlo.
Pongamos un ejemplo ficticio: Durante su infancia, Ana ha recibido mensajes del tipo: “¡Qué buena niña! ¡Qué educada! Nunca contesta, nunca rechista, todo le parece bien. Nunca da problemas.” Para Ana, este tipo de mensajes no solo han influido en la manera en la que se comunica hoy, forman también parte de su autoconcepto, de su identidad. En su entorno, se ha reforzado positivamente un estilo de comunicación pasivo, que será el estilo de comunicación que abordaremos en este artículo, aunque también existen otros, como el estilo de comunicación agresiva.
Pongamos tres ejemplos en los que Ana se comunica de manera pasiva: – Ana ha salido con sus amigas y hablan de algo de lo que ella no está de acuerdo. Defienden una idea que va en contra de sus valores, sus creencias, pero no dice nada, tiene miedo a generar un conflicto y prefiere “quedar bien” con ellas.
– Ana comparte piso con otros dos amigos. Uno de ellos se acaba de mudar y no cumple regularmente con su parte de limpieza del hogar. Ana se calla, no quiere causar problemas ni parecer egoísta. Sabe que su compañero está muy estresado y le sabe mal. Se calla y aguanta. Se siente mal consigo misma por no gestionar esta situación. Siente que no es capaz. Lo ha intentado alguna vez, pero termina por no hacerlo.
– Ana está pasando por una situación familiar algo complicada y le gustaría sentir más apoyo por parte de su pareja. Le gustaría fuera más cariñosa con ella, quizás desearía que fuese más detallista o que le dijese más “te quiero” o “todo va a salir bien”. En definitiva, quiere sentir que está ahí para ella, pero su pareja está muy ocupada. Ana piensa que su pareja ya tiene sus propios problemas y no quiere molestar ni parecer que está siendo demasiado demandante o necesitada.
Si te sientes identificado/a con Ana, no te preocupes. Es más común de lo que piensas y se puede trabajar en ello. Más adelante te explicaré las razones por las que es importante que dediques un poco de tu esfuerzo en aprender a comunicarte de manera asertiva. Pero antes… ¿qué es la comunicación asertiva?
La comunicación asertiva es un estilo de comunicación que implica de expresar de manera clara, directa y respetuosa lo que pensamos, queremos o necesitamos sin dejar de atender a lo que la otra persona piense, siente o necesite. Se trata de buscar un equilibrio entre ser honesto acerca de nuestras propies ideas sin dejar de respetar la perspectiva y los derechos de los demás. Comunicarse de manera asertiva implica abordar de manera eficaz y respetuosa para ambas partes aquellas conversaciones incómodas que son necesarias y que nos ayudan avanzar.
Vamos a analizar los tres ejemplos anteriores:
Cuando Ana sale con sus amigas y decide callarse, no se da importancia a sí misma, a sus valores, no está siendo honesta consigo misma. Es importante entender que expresar nuestra opinión no es ser maleducado/a, es respetarnos a nosotros mismos. Esto nos puede costar al principio, implica desaprender creencias que pueden estar muy arraigadas. Paciencia. Es psicología llamamos a este proceso reestructuración cognitiva. Te invito a que te pares a pensar qué creencias te limitan a la hora de comunicarte de manera asertiva.
Con su compañero de piso Ana se calla y aguanta. Esto genera un conflicto consigo misma al no ser capaz de marcar ese límite. Le afecta incluso a su autoestima de forma directa, al no verse capaz. En muchos casos, no abordar esta situación desde el principio hace que con el paso del tiempo se acabe resolviendo de manera explosiva o incluso faltando al respeto, lo que no es justo para la otra parte. Es importante intentar marcar límites desde el inicio, en cuento vemos que es necesario. Háblalo ahora, será más fácil.
¿Cómo podríamos abordar el tema de la pareja de la pareja de Ana? En pareja, la comunicación asertiva es un pilar fundamental. Es la herramienta que nos permite transformar conflictos en oportunidades para crecer y en favor de la intimidad entre ambos. Este puede ser un ejemplo claro de como la comunicación asertiva no significa imponer, sino buscar un punto óptimo y justo para ambas partes. Ana sabe que su pareja está muy ocupada con sus propios problemas, por lo que es hora de sentarse a hablar y expresar nuestras necesidades sin dejar de escuchar al otro. Esta es la máxima de la comunicación asertiva: ambas partes somos igualmente merecedores de respeto. Se trata de darnos nuestro lugar a ambos. Ana no debe olvidar que su pareja está muy ocupada y puede que ella también necesite su apoyo. Este ejemplo también nos sirve para ilustrar otro miedo muy frecuente, que es el miedo a mostrarnos vulnerables. Sin embargo, mostrarnos vulnerables, según en qué circunstancias, ayuda a que la otra persona esté más dispuesta a escucharnos y a empatizar con nosotros.
También, es fundamental que Ana sepa lo que quiere para comunicarlo después de manera clara. Muchas veces, el principal freno a la hora de comunicarnos es el no saber muy bien qué es lo que queremos. En este ejemplo en concreto está más o menos claro, pero en otras ocasiones no damos el paso por evitar ese trabajo previo de introspección. Evitamos pararnos a pensar realmente hasta donde estamos dispuestos a llegar y hasta donde no, a pensar en qué es lo que queremos
realmente. Si Ana para a reflexionar sobre qué es lo que quiere, incluso si es posible que piense ejemplos concretos de lo que le gustaría de su pareja, será mucho más fácil.
Y bien, ¿de qué manera puedo aplicar esto en mi día a día? Algunas recomendaciones son:
– La técnica del sándwich. Probablemente ya hayas oído hablar de ella, si no es así, te la explico, es muy sencilla. Comenzamos diciendo algo positivo, después expresamos nuestras necesidades, opiniones… y cerramos con otro mensaje positivo o un agradecimiento. Por ejemplo: “Sé que estás ocupado y que lo estás haciendo lo mejor que puedes, pero el hecho de que no limpies tu parte está creando mucho desorden en casa y me afecta. Yo te agradecería mucho si pudieses dedicar un poco más de tu tiempo a contribuir con la limpieza de la casa. Así todo será mucho más organizado y todos estaremos más a gusto”.
– Enviar “mensajes yo” en lugar de “mensajes tú”. En lugar de enviar mensajes del tipo: “Por tu culpa…” “Es que tú siempre…” “Es que tú nunca…”, trataremos de mandar mensajes del tipo “Yo siento que…” “Yo necesito…” “Yo pienso”. Este tipo de mensajes denotan mucha seguridad en uno mismo y la otra persona no se siente tan atacada. Si la otra persona se siente atacada va a tender a defenderse, no a reflexionar y se entra en un bucle de enfado en el que se quiere “ganar la discusión”, no llegar a ningún acuerdo.
– La pregunta asertiva. Se trata de lanzar preguntas del tipo: ¿Qué puedo hacer yo para mejorar? ¿Qué podemos hacer para mejorar esto? Se trata de tener una mirada más abierta en la que tenemos en cuenta también cómo nos ve la otra parte.
– No dar por hecho lo que piensa el otro, siempre preguntar. – Si no es el momento, no se va a resolver nada. A veces es mejor posponer la conversación hasta que ambas partes estén calmadas.
– Cuidar la comunicación no verbal y los detalles. No podemos pretender comunicarnos de manera asertiva teniendo un lenguaje no verbal agresivo, mostrándonos tensos, nerviosos o enfadados. En estas situaciones es recomendable practicar nuestro argumento delante del espejo, escribiéndolo o con otra persona. Así ganaremos seguridad y podremos hablar desde la calma. Además, cuando discutimos con alguien al que queremos mucho, como puede ser nuestra pareja, no debemos de perder de vista que, por mucho que haya habido un conflicto, seguimos queriendo a la otra persona. Una muestra de cariño mientras se discute como poner la mano sobre la pierna del otro, preguntar si está bien. Por ejemplo, un simple: ¿Voy a la cocina a por agua, quieres un vaso? Estos gestos pueden marcar la diferencia. Esto no significa que dejemos de ser firmes en nuestro argumento, pero no tenemos por qué perder el afecto por la otra persona al expresarnos.
¿Qué hacemos cuando la otra persona no está dispuesta a escuchar o son situaciones algo más complicadas?
– Marcar límites de manera más conductual. A veces no nos queda más opción que ser más firmes con nuestros límites, marcarlos de manera más conductual, con actos. Puede ser beneficioso reafirmar nuestro mensaje acompañándolo de un lenguaje no verbal congruente. También podríamos beneficiarnos de bajar la comunicación con la otra persona, dejar aire o incluso saber irnos a tiempo.
– Observar desde fuera de manera objetiva. Podemos intentar mirar la situación dese fuera. ¿Qué pasaría si fuesen dos amigos míos? ¿Qué les diría? Si es muy complejo se puede buscar la ayuda de una tercera persona que consiga ser neutral. Un terapeuta también puede ayudar a darnos esa mirada.
Por último, estas son algunas de las ventajas que nos aporta la comunicación asertiva y el saber poner límites:
– Mejora la autoestima
– Nos da brinda una oportunidad de crecimiento y autoconocimiento – Aumenta el respeto hacia nosotros mismos/as
– Nos permite vincularnos de manera más sana
Si has llegado hasta aquí, enhorabuena, has dado el primer paso. Quiero que sepas que si te has reconocido en alguna de estas situaciones puedes trabajar en ello. Te animo a que reflexiones sobre estas cuestiones y busques más información. Si leyendo este artículo has pensado en algún amigo/a o familiar que te recuerda un poco a Ana, compártelo, quizás le ayude.
Yolanda Gil Guisado