La ansiedad climática: cuando el futuro del planeta pesa en nuestra mente

Ansiedad climática

La ansiedad climática: cuando el futuro del planeta pesa en nuestra mente

Cada vez escuchamos más hablar de incendios, inundaciones, sequías y olas de calor extremas. Para muchas personas, estas noticias no solo generan preocupación, sino también una sensación constante de angustia: lo que en psicología se empieza a llamar ansiedad climática.

No se trata de un trastorno en sí mismo, sino de una respuesta emocional a la crisis ambiental. Es el malestar que sentimos al pensar en el futuro del planeta, de las próximas generaciones e incluso en nuestra propia seguridad.

Algunas personas lo viven como pensamientos recurrentes (“¿qué mundo les quedará a mis hijos?”), otras como culpa (“no estoy haciendo lo suficiente para ayudar”) y otras con síntomas físicos similares a la ansiedad común: insomnio, nerviosismo o dificultad para concentrarse.

Antes, los cambios en el clima eran graduales; hoy, gracias a los medios y las redes, recibimos información inmediata y constante sobre catástrofes ambientales. Esta exposición, aunque necesaria para tomar conciencia, puede generar la sensación de que todo está fuera de control y de que nuestras acciones individuales son insignificantes.

Señales de que podrías estar viviendo ansiedad climática

Te sientes paralizado al pensar en el futuro.

Evitas leer noticias sobre medio ambiente porque te angustian demasiado.

Tienes pensamientos recurrentes de desesperanza respecto al planeta.

Te invade la culpa cuando realizas actividades cotidianas que generan impacto ambiental (usar el auto, comprar plástico, viajar en avión).

Cómo manejarla

Informarse con equilibrio: elegir fuentes confiables y limitar el tiempo de exposición a noticias para evitar la sobrecarga.

Acción en lugar de parálisis: participar en pequeños cambios cotidianos (reciclar, reducir consumo, unirse a iniciativas locales) ayuda a transformar la angustia en sentido de propósito.

Compartir la preocupación: hablar con otros sobre lo que sentimos puede ser liberador y, al mismo tiempo, fortalecer redes de apoyo.

Cuidar la salud mental general: ejercicio, descanso y actividades placenteras son aliados para mantener la mente más resiliente frente a cualquier tipo de ansiedad.

Sentir ansiedad climática no significa que algo esté “mal contigo”, sino que eres sensible a un desafío real y compartido por la humanidad. Lo importante es convertir la preocupación en acción y cuidado personal, para que no sea un peso individual, sino un motor de cambio colectivo.