
09 May LA ANSIEDAD Y SUS MITOS
Que es la ansiedad
La ansiedad es una respuesta emocional natural del cuerpo que surge ante la percepción de la persona de una amenaza o peligro, ya sea real o imaginado (Barlow, 2002; Beck & Emery, 1985). Esta reacción lleva consigo una combinación de cambios a nivel cognitivo, fisiológico y conductual que preparan el organismo para afrontar o evitar la amenaza percibida.
Desde un enfoque más biológico, la ansiedad nos ayuda a adaptarnos a las demandas de la situación permitiéndonos ponernos en alerta y preparar el cuerpo para reaccionar ante riesgos a la par que nos permite potenciar nuestros procesos atencionales (Selye, 1956). Ahora bien, cuando esta respuesta de estrés es desproporcionada, persistente e incluso comienza a interferir en nuestra vida diaria, se puede empezar a considerar un trastorno de ansiedad (American Psychiatric Association, 2013 – DSM-5).
Manifestaciones de la ansiedad y cómo reconocerla
La ansiedad se manifiesta como un estado de activación física y mental que, a partir de la combinación de ciertos síntomas que interactúan entre sí, puede dar lugar a experiencias intensas y posiblemente desagradables.
Sus principales manifestaciones se identifican a parir de:
- Síntomas cognitivos: Preocupaciones constantes, pensamientos catastrofistas o pensamientos anticipatorios negativos… incluso pueden afectar a la concentración o a la toma de decisiones.
- Síntomas fisiológicos: Activación del sistema nervioso a través de taquicardias o aumento del ritmo cardiaco, tensión muscular, sudoración…
- Síntomas conductuales: Propias conductas de evitación o escape cómo huir de situaciones sociales o aquellas en las que hay que hablar en público… incluso llegar a vivir bloqueos conductuales.
- Síntomas emocionales: Sensaciones de miedo, irritabilidad, inseguridad… incluso vivencias continuas de sentirse en peligro sin causas objetivas.
Por ello, para reconocer la ansiedad implicar identificar esa activación fisiológica sin causa médica clara, esa preocupación persistente hasta el punto de interferir significativamente en nuestra día a día, pudiendo verse reflejado por ejemplo en nuestro rendimiento laboral, académico o incluso en relaciones sociales… y esas conductas evitativas ante ciertas situaciones que se mantienen en el tiempo.
Mitos sobre la ansiedad
A día de hoy y con el ritmo de vida que se lleva, la ansiedad es una de las respuestas emocionales más comunes y universales de los seres humanos. A pesar de ello, sigue siendo una reacción ampliamente malinterpretada por la población general, lo que da lugar a mitos sobre la ansiedad y creencias erróneas que no solo imposibilitan en adecuado reconocimiento de los síntomas, sino que también pueden alimentar el estigma que lo rodea, promover estrategias de afrontamiento ineficaces y además, retrasar la búsqueda de ayuda profesional. Por ello, creemos que es fundamental desmentir estos mitos desde una perspectiva basada en la evidencia científica con el fin de promover una visión más realista y útil de lo que realmente significa experimentar ansiedad.
Algunos mitos sobre la ansiedad
- “La ansiedad siempre es mala”: La ansiedad no siempre es negativa. De hecho, en niveles moderados y en contextos adecuados, cumple una función adaptativa para la supervivencia. Esta idea lleva siendo apoyada desde hace décadas por el pionero del estudio del estrés, Hans Selye (1956), el cual señaló que una cierta activación incluso puede ser beneficiosa para nuestro rendimiento. Asimismo, Joseph LeDoux (2015) explicó la evolución de los circuitos cerebrales responsables de la ansiedad, mostrándonos que esta solo se vuelve disfuncional cuando sus síntomas aparecen en exceso o sin justificación real.
- “Si ignoro la ansiedad, desaparecerá sola”: Ignorar las emociones no va a hacer que desaparezcan, por lo que ignorar o negar la ansiedad rara vez van a provocar su desaparición . Sino al contrario, el no procesarla o evitarla las situaciones temidas va a hacer que con el tiempo esta respuesta pueda intensificar reforzando esta sensación angustiosa ya que el individuo no comprueba que puede tolerar la situación ni que el resultado temido probablemente no ocurra (Barlow, 2002). Por ello, la intervención (aceptación, regulación emocional y apoyo en la terapia) suele ser beneficioso para saber manejarla de forma saludable.
- “La ansiedad es signo de debilidad”: Decir que una persona que sufre ansiedad es una persona débil es un mito estigmatizante y sin fundamento científico. La ansiedad es una respuesta emocional universal con base biológica y evolutiva, por lo que puede afectar a cualquier persona, independiente de su fortaleza mental o inteligencia .
- “Si no tienes síntomas físicos, no tienes ansiedad”: La ansiedad no siempre se manifiesta a través de síntomas físicos visibles. Aunque se suele asociar con palpitaciones, sudoración o tensión muscular, también puede presentarse en forma de síntomas cognitivos o emocionales. Incluso desde la psicología clínica se reconoce que la ansiedad puede expresarse predominantemente a nivel mental a través de pensamientos intrusivos, preocupaciones persistentes, rumiaciones, sensaciones de amenaza constante.
- “Hay que evitar todas las situaciones que generan ansiedad”: Evitar las situaciones que provocan ansiedad puede ofrecer a la persona un alivio temporal, pero a largo plazo mantiene y agrava el problema. Este patrón de evitación refuerza la creencia de que esas situaciones son realmente peligrosas o incontrolables, impidiendo que la persona aprenda a enfrentarlas y manejarlas de forma adaptativa.
Conclusión
La ansiedad es una reacción emocional normal ante situaciones percibidas como amenazantes, con componentes cognitivos, fisiológicos, conductuales y emocionales. Aunque cumple una función adaptativa, puede convertirse en un trastorno si es intensa, persistente o interfiere en la vida diaria. Reconocer sus síntomas es esencial para una detección adecuada. Sin embargo, siguen existiendo numerosos mitos —como pensar que la ansiedad siempre es negativa o que debe evitarse a toda costa— que dificultan su comprensión y tratamiento. Desmentir estas creencias desde una base científica es clave para reducir el estigma y promover estrategias de afrontamiento saludables.
Referencias bibliográficas
Barlow, D. H. (2002). Anxiety and its disorders: The nature and treatment of anxiety and panic (2ª ed.). New York: Guilford Press.
Beck, A. T., & Emery, G. (1985). Anxiety disorders and phobias: A cognitive perspective. New York: Basic Books.
Clark, D. A. & Beck, A. T. (2010). Cognitive Therapy of Anxiety Disorders: Science and Practice.
Selye, H. (1956). The Stress of Life.
American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5th ed.).
LeDoux, J. (2015). Anxious: Using the brain to understand and treat fear and anxiety. Viking.
Gross, J. J. (2002). Emotion regulation: Affective, cognitive, and social consequences. Psychophysiology, 39(3), 281–291
Autor: Ángela Higes Tejeda.