
10 Abr La Clave de para gestionar las emociones: Identifica y Transforma lo que Sientes
Hemos aprendido una nueva palabra en la actualidad: Gestionar. Usamos este término en muchos ámbitos y de muchas maneras. Sobre todo, en situaciones de “Gestionar las emociones”. Es sin duda un término excelente, pero ¿A dónde me lleva esta gestión, si no sé qué me pasa? Estamos tan centrados en el uso de la emoción, que se nos ha olvidado la pregunta clave: ¿Qué siento?
Para hacerme competente de la emoción, tendré que saber qué emociones se componen para crear el estado físico y mental que tengo, ya que suele ser más de una, tanto contrarias como afines. Para poder jugar contigo mismo, adjunto una Rueda de las Emociones de Robert Plutchik (F.1.)

F.1. Rueda de las Emociones de Robert Plutchik.
Se trata de un mapa emocional, que se desarrolla en 8 emociones básicas y 8 emociones avanzadas, que surgen de juntar dos emociones básicas. Cada pétalo de la flor se divide por intensidad, de dentro a fuera sería de más a menos, y la emoción básica se sitúa en el medio, y las leves e intensas son emociones secundarias. Las palabras fuera de la flor son las emociones avanzadas.
Las básica suelen venir dadas por el propio cuerpo, y las secundarias y avanzadas se mezclan con las normas sociales o morales del individuo.
Las emociones no son por sí mismas ni buenas ni malas, sino que son una respuesta necesaria para la supervivencia y adaptación del ser humano ante las situaciones que se presentan en su día a día.
Las emociones básicas tienen cada una su función específica para ayudar a la supervivencia, y las demás son combinaciones que interactúan entre ellas donde se permite ampliar la experiencia de cada persona, pero cuanto más intensa sea la emoción y más cercana al círculo, más probable será que la persona se deje llevar por ella y actuar en consonancia. No es cuestión de dejarse invadir por la emoción, pero tampoco evitar sentirla. Es necesario asumirla en el cuerpo, aceptarla, validarla y luego usar herramientas para actuar de manera acorde y así aprender a gestionar las emociones.
Siempre desde el conocimiento, sin tener miedo a sentir ciertas emociones, pues es la respuesta que el cuerpo nos pide, así al darle valor es cuando podemos manejar nuestro estado, pensamiento, y acción.
¿Cómo se usa esta rueda?
- Podemos empezar por identificar lo que siento en el cuerpo.
- Escucho el pensamiento que nace de la situación que estoy viviendo.
- Acepto el motivo real de las emociones
- Reconozco el entorno e intento ser realista con lo que está ocurriendo
- Acepto las cosas que salen de mi control
- Reconozco como estoy yo físicamente (más sensible, cansada…)
- Podemos ir de fuera a dentro, o de dentro a fuera: Es decir, reconocer primero la emoción básica, y de ahí sacar las secundarias y avanzadas, o del revés.

F.2. Rueda de las emociones ampliada.
Esta rueda de las emociones ofrece un abanico más amplio de emociones dentro de cada categoría básica. Esta vez son 6 emociones básicas, según Paul Ekman.
Sólo es una herramienta más a tu disposición para poder ponerles nombre. Aunque se dividan en estas categorías para una mejor comprensión analítica, las emociones del ser humano son complejas, suelen ser más de una, e incluso que se sientan varias antagonistas.
La escucha, comprensión del entorno, y honestidad contigo mismo, harán más fácil la identificación de la emoción para así desarrollar una mejor adaptación para gestionar las emociones y relación con el entorno y nuestros propios pensamientos.
GESTIONAR LAS EMOCIONES: GIMNASIO MENTAL
Si ahora crees que vamos a hacer una tabla de ejercicios para la gestión emocional, no estás muy equivocado, pero tampoco es cuestión.
El pensamiento-emoción-acción van de la mano. Si yo acepto mi emoción, la controlo a través de mi pensamiento y así modifico mi acción para lo que yo considere más adaptativo en el momento, estoy haciendo un buen uso de mi gestión emocional. Aquí viene la pregunta clave: ¿Cómo gestionar las emociones?
A continuación, veremos ciertos consejos, ayudándome de todo lo que dispongo. Si estoy sintiendo X emoción, detengo mi pensamiento. Recojo lo que me dice y digo: ¡STOP! Acepto este pensamiento que se me viene a la cabeza, no es malo ni bueno, es el que viene, pero esta vez al parar mi mente, reformulo el pensamiento. Ejemplo: Se me cae algo al suelo, se rompe, pienso que me da vergüenza, qué rabia, qué torpe soy, siempre a mi… STOP. Reformulo:
- Asumo la emoción: Siento rabia y vergüenza.
- Asumo el pensamiento: Soy torpe.
- Reformulo: Tengo dos vías:
- O bien sé que es algo puntual y me digo que no soy torpe, se me ha caído algo que me pesaba mucho, y no pasa nada.
- O bien, me conozco y sé que tiendo a que se me caigan las cosas, que entonces cambio mi diálogo interno: Sé que de vez en cuando se me caen las cosas, soy un poco torpe, y no pasa nada. No me hace peor persona, no es algo relevante ni definitivo de mi forma de ser.
- Uso el humor. La perfección no existe, y mis ciertas carencias hacen de mi quién soy, las abrazo.
Me controlo, pero no me inhibo, no aprieto la emoción, no la guardo en un baúl. Este baúl tiene una capacidad, y tarde o temprano se llena y explota. Comparto mi emoción con concordancia: Desde la serenidad, o la tristeza, o el enfado, pero siempre con calma, para tener una cabeza clara y saber bien cómo me quiero expresar y lo que quiero decir. Si me dejo invadir, mi mensaje no llega, y mi frustración será mayor.